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Indulto: ¿convicción, promesa o extorsión?

La forma en la que las personas nos comportamos siempre está influenciada por quienes somos, de donde venimos y para donde vamos. No es raro que en ocasiones para lograr los objetivos que nos planteamos debamos “renegociar” ciertos límites que en un comienzo nos fijamos con claridad pero en el correr del camino nos vamos dando cuenta que si los “tranzamos un poco” el camino parece más fácil o definitivamente viable.

En este punto es cuando debemos poner toda la atención ya que por lograr lo que nos hemos propuesto, podemos afectar a otros o bien traicionarnos a nosotros mismos. Esto que parece tan genérico y abstracto, tiene una aproximación a la realidad que no nos debe sorprender.

Los límites que nos ponemos pueden tener múltiples problemas y aquí explico dos: La falta de experiencia, nos puede colocar dentro de un camino muy estrecho, con poco margen de acción, en donde los imprevistos nos empujan contra los bordes de este. El asunto aquí es que la soberbia de la juventud que menosprecia la experiencia, porque no se tiene, pierde de vista cuestiones que a los ojos de los más experimentados eran obvias, por lo tanto, no son imprevistos sino asuntos que no se consideraron previamente con prudencia. El ideal es otra razón para fallar, esas ideas que acarreamos “a fuego” nos pueden hacer el camino mucho más difícil ya que dejamos de usar nuestra imaginación e inteligencia para adaptarnos a la realidad y en cambio seguimos aferrados al camino que creemos “ideal”, que en la práctica está lleno de obstáculos... porque el mundo es real y no ideal.

Así, la falta de experiencia y el ideal del que nos hemos hecho defensores, podría colocarnos en situación de tener que correr esos límites de la consciencia hacia lugares insospechados, donde finalmente usamos a otros para lograr nuestros objetivos, sin mediar las consecuencias que esto pueda tener y que eventualmente se vuelvan contra nosotros mismos.

La prensa de estos últimos días nos ha mostrado esto en todo su esplendor y yo me pregunto si nuestro presidente actuó por convicción, promesa o extorsión?

En fin, siempre sabemos de donde partimos y tenemos mediana claridad de hacia donde queremos ir. La invitación es a mirar el camino con cautela, siempre considerando que la ruta aparentemente más corta podría no ser la mejor y con la apertura de que el objetivo final podría ser un poco distinto al que nos fijamos... como dice el dicho: lo perfecto es enemigo de lo bueno.

¡Que tengan una buena semana!