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La tormenta perfecta

(Edit: si no la lees hasta el final pensarás que se trata de trabajo y no, se trata de la actitud frente a la vida).

Hace tiempo, mi hermano me pidió que entrevistara a un amigo suyo que estaba sin trabajo. Quería que le diera mi opinión sobre su disposición frente a las entrevistas de trabajo. Esta persona tenía capacidades y formación de sobra para cualquier trabajo que se propusiera hacer, pero cuando le pregunté qué buscaba, terminé con una reflexión personal respecto de cómo debemos enfrentar lo que nos toca vivir... y me dijo: “busco una empresa estable con un clima laboral bueno donde poder desarrollar mis capacidades, aportar con mis conocimientos y experiencia" ... suena bien, no?

En ese entonces yo estaba comenzando mi aventura independiente, vivía la tormenta perfecta todos los meses tratando de juntar la plata para pagar las remuneraciones, en una organización totalmente inmadura e intentando no sucumbir ante los desafortunados cambios que a los políticos de nuestro país les encanta hacer.

Su respuesta me explotó la cabeza y sólo pude decirle que no volvería a encontrar trabajo nunca en su vida... y le argumenté: como aprendiz de empresario pyme vivo una tragedia todos los días, si tú me dices que necesitas un ambiente “calmado” para producir, es definitivamente la ayuda que no necesito, en cambio, si tu actitud fuera “estoy dispuesto a remar contigo en esta tormenta y voy a poner mis conocimientos y habilidades para que salgamos adelante a como dé lugar”, eso sí es otro nivel de entusiasmo.

Es casi natural que soñemos con vivir en un escenario de calma y orden, donde podamos resolver con tranquilidad los desafíos que nos propongamos, pero la realidad es bastante diferente a eso... la vida no te pone desafíos y obstáculos en forma ordenada y equidistantes, en general vienen todas juntas y cuando menos las necesitas... y cuando crees que estás saliendo a flote, te cae otra encima que te deja sin respiración. Es en esta tormenta donde debemos estar ciento por ciento conscientes de al menos dos cosas: la primera, es que a pesar de lo turbulento debemos mantenernos concentrados y entusiasmados en perseguir nuestros objetivos principales y la segunda, es dejar de creer que sólo en calma se puede ser feliz, porque inevitablemente estaremos postergándonos para un momento que podría no llegar.

En la historia del hombre nunca ha existido un tiempo de calma (que dure mucho), debemos prepararnos para vivir lo que sea que nos toque y cuando sea... disfrutar los momentos buenos porque no sabemos cuánto durará ni cuándo volveremos a tener otro período de paz. Hay personas que parecen tener la vida resuelta, pero si escarbas un poco siempre te encontrarás con que todos tienen sus propias tormentas y compararnos no nos ayuda en nada.

La zona de tranquilidad es esa que se lleva por dentro, que te permite pensar, planificar y ejecutar. Por fuera todo será siempre incierto y revuelto, por lo que debemos aprender y asumir que esto es así y de la forma que yo sea capaz de enfrentarlo será mi mejor forma, no hay recetas, cada uno tiene su propio ritmo, pero el objetivo final es siempre buscar la paz dentro y no fuera de nosotros. Intentar que el exterior esté en calma es una batalla perdida, no tenemos esa capacidad y tampoco la necesitamos. Detente un momento y piensa en lo importante.

Rumi, dijo “Ayer era inteligente y quería cambiar el mundo. Hoy soy sabio y me cambio a mí mismo“ (“Yesterday I was clever, so I wanted to change the world. Today I am wise, so I am changing myself”).

He vuelto a oír música como antes, discos completos... un abrazo

Patrick