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Por la sola actitud
A todos los que pertenecemos a mi generación, se nos enseñó que las drogas eran malas, así no más. Una simplificación infantil para ocultar parte de la realidad que las hace peligrosas. En fin, las drogas sí causan daños desde el primer consumo, pero en el tiempo esto se torna mucho peor porque destruyen al individuo y su entorno. Pero las personas las consumen no porque la sensación que producen sea mala, sino todo lo contrario, producen un efecto placentero de euforia o de relajo según sea el tipo de droga y es ahí donde está el peligro, porque se puede volver a consumir para buscar ese placer y aumenta la probabilidad de una adicción.
Existe una actitud en el comportamiento de las personas que tiene la misma dinámica... cuando una persona sufre algo real o ficticio y consiguientemente involucra a su entorno, normalmente obtiene empatía y contención por parte de las personas que la rodean. Esto produce una recompensa en el estado de ánimo que definitivamente es reconfortante, el sentirse apoyado. Algunas personas, igual que con las drogas, volverán a vivir el proceso para sentir esa recompensa nuevamente. Cuando esto se hace repetitivo, las personas crean como una “adicción” a presentarse como víctimas de sucesos o de personas, a esto llamamos “victimización”.
El problema con esta adicción es que el entorno comienza a aburrirse o a desestimar la gravedad de lo que le pudiera estar ocurriendo a quien lo hace, y se alejan. Esto crea en la persona una sensación de desamparo y casi siempre esta buscará otras personas para victimizarse nuevamente y obtener la recompensa. El estado final de esto es más o menos evidente, desamparo, soledad, encierro y una sensación de que “a mí me pasa todo lo malo”, un espiral negativo muy difícil de romper.
Todos podemos tener malos momentos o vivir situaciones difíciles, pero si al mismo tiempo mantienes en tu mente que “de esto hay que salir adelante como sea” y que “está en mí hacerlo”, lo más probable es que salgas adelante de alguna manera. Por otra parte, el entorno cuando ve a una persona que, a pesar de los embates, sigue adelante con esfuerzo tenderá a permanecer cerca o visible y el resultado final es que no se producirán los efectos negativos.
Hace tiempo leí un artículo (que no recuerdo la fuente para citarlo) que decía que la diferencia en la percepción de las personas sobre lo que es un día bueno y uno malo es algo muy angosto, es decir, un día malo podría tener “casi” las mismas cosas malas (o negativas) que un día bueno, pero es percibido como malo por la sola actitud de la persona ese día. ¡Imagínate como es cuando andas siempre con mala actitud!
Nadie dijo que era fácil, pero está en uno mantener a la vista la necesidad de salir adelante y no acostumbrarse a ser “el mala suerte”, ese personaje de los Picapiedras, al que le pasaba todo lo malo y siempre andaba con una nube que le llovía encima.
Es nuestra responsabilidad asumir que ser feliz, que me sienta bien y que tenga energía para seguir adelante, son cosas que están dentro de nosotros. La ayuda que otros nos brindan en esos momentos duros es valiosa, pero jamás sustituirá nuestra falta de actitud positiva frente a la adversidad. Cuando te sientas mal sonríe, cuando las cosas se complican enfócate y no digas frases pelotudas del tipo “es que a mí siempre...”. Con la frente en alto, la mente fija en la búsqueda de una solución y algo de humor se vive mucho mejor. También es nuestro deber de padres construir esa mirada en las siguientes generaciones. Saludos,
Patrick HM